La mente en el último juego del partido

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Cada partido de pádel que juegas es diferente. Imposible de comparar. Algunos días tienes buenas sensaciones, otros de repente no te sientes bien, pero consigues superarlos con éxito. Sea como sea, aprendes de ello. Cometía muchos errores cuando empecé a jugar a pádel pero esos errores me ayudaron a mejorar y convertirme en una mejor atleta. Entreno duro y experimento. Las emociones te dominan cuando tomas decisiones importantes. Intento absorber las emociones sean satisfactorias o no, trato de ser racional en este momento crucial, sangre fría.

No puedo perder el enfoque. He trabajado muy duro hasta llegar aquí. Ganamos el segundo set por muy poco, pequeños detalles. La pérdida de concentración nos ha vuelto a penalizar y volvemos a estar por debajo. No puedo permitirme dudar y dejarme presionar por el marcador. No puedo perder la bola de vista. La presión es máxima. Vestido de pádel bien puesto, pala de pádel en posición, calcetines de pádel subidos, vamos. Me niego a fallarme, a decepcionar a mi compañera. La pala de pádel me pesa, me quema en las manos. El miedo me invade.

Basta, tengo que vaciarme mentalmente, controlar la respiración, relajar la musculatura y correr todas las bolas, recuperar la intensidad, un último esfuerzo. Es un punto más, decisivo pero un punto. La ansiedad no tirará por la borda tanto trabajo. Quiero sentir el punto como si fuera el último, dejar de analizarlo todo, anticiparme y reaccionar. Quiero ganar, no conformarme con ser competitiva. Tocar la gloria.

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